Vivir en Dharma


Quisiera compartir contigo una de las ideas más importantes de sabiduría antigua del mundo,
con la que deseo aportarte algunas pistas sobre el verdadero propósito de tu vida.
Se trata de Dharma, concepto surgido en la India hace miles de años, y base de distintas tradiciones espirituales que nacieron allí, como el Hinduismo, el Budismo, el Jainismo y el Sijismo. Si bien en estas tradiciones tiene una connotación religiosa, la reflexión que voy a compartirte trasciende a ella, pues se trata de un principio universal que nos compete a todos los seres.
Etimológicamente Dharma quiere decir “aquello que sostiene, que conserva, que mantiene unido…”, y está conectada con la idea de “Rita”, ésta última, "orden o armonía cósmica, que encontramos también en otras filosofías antiguas, como en Persia, con el nombre de “Asha”, en Egipto como “Maat” y en China como el “Tao”, por mencionarte algunos ejemplos.
En general, Dharma alude al deber máximo que tenemos todos, de aportar a la conservación del orden cósmico, desde lo que somos y desde el lugar donde nos encontramos.
Es como si fuésemos todos integrantes de una gran orquesta, y tuviésemos la responsabilidad de interpretar, de la mejor manera, el instrumento que cada uno de nosotros mejor conoce. La belleza sonora de la pieza musical dependería, además de la obra en sí misma a interpretar, de la maestría que alcance cada participante, así como de la armonía e integración lograda por todos como grupo.
Pues bien, con esta metáfora he querido presentarte a Dharma, un concepto tan bellamente complejo, que no existe palabra que en otra lengua la traduzca de manera completa, ni metáfora que pueda expresarla en su totalidad. Por esta razón, te “pintaré” otras ideas alegóricamente, para que nos ayuden a revelar un poco más su esencia.
De acuerdo con cada tradición espiritual, la idea original de Dharma tiene distintas interpretaciones. Y aunque en primera instancia, éstas parecerían no tener mucho en común, desde una mirada abarcadora, podemos conectarlas y encontrar un hilo conductor.
Algunas definiciones de Dharma son "Ley Moral”, “Ley Divina”, “Ley Cósmica”, “Orden”, “Verdad”, “Conducta Correcta”, “Deber Moral” y “Conducta Ética.
La encontramos también como “Aquello que ofrecemos al Orden Universal”, “La Virtud”, “La Excelencia”, “El Mérito”, asi como “La Doctrina”,“La Naturaleza Interior”, “El Propósito de Vida”, “La Intención” y “ El Camino”.
Y algunas definiciones un poco más complejas nos hablan de Dharma como "la contribución que hacemos al orden del universo, desde nuestra condición y naturaleza única".
Para comprenderlo mejor, he agrupado algunas ideas claves en torno a su complejo y hermoso significado:
El Dharma es un Principio Universal
Abarca todo lo creado, los astros, los distintos elementos de la naturaleza, las plantas, los animales, los seres humanos como especie y cada uno en particular.
En el mundo humano, supone niveles y ámbitos distintos. Desde un nivel particular, referido a la conducta de cada uno, así como tambíén, a un aspecto más abstracto, como la Ley, la Virtud, la Enseñanza, la Verdad en sí misma.
A la vez, el Dharma está implicado en todos los ámbitos de nuestra vida, desde el más personal, como en el hogar y nuestras relaciones más cercanas, hasta el ámbito de nuestro trabajo y la sociedad en general.
Tiene que ver con nuestra cotidianidad, así como con la contribución que hacemos al mundo. Con las pequeñas y las grandes cosas de la vida, el día a día y las grandes decisiones que tomamos. Nuestra conducta frente a una situación específica, así como nuestra forma de vivir y el camino que seguimos en la Vida.
Vivir en Dharma implica vivir éticamente
Cuando hablamos del Dharma que nos corresponde como seres humanos, necesariamente incluimos la Ética, la Ley Moral, la Conducta Correcta, el Bello Actuar, como diría Aristóteles. Todo aquello que contribuye al orden, la armonía del Universo, el Bien más elevado, y que está contenido en las distintas enseñanzas espirituales del mundo que verdaderamente nos llevan a la Iluminación, la Inmortalidad, la perfección, la realización, etc., según sea nuestra mirada.
Este deber moral nos compete en las distintas dimensiones de nuestro Ser y en cada uno de los roles que asumimos, ya sea a nivel de familia y relaciones cercanas, como en todos aquellos que desempeñamos en la sociedad (Principio de Universalidad).
Existen distintos niveles de Dharma
El obrar éticamente corresponde a un primer nivel. En términos de Adela Cortina, estaría referido a aquellos mínimos éticos que esperaríamos de un Ser Humano alineado con el orden Universal y obrando de acuerdo con su condición humana, no por debajo de ella.
Enseñanzas que promueven la Ética como la fase inicial de cualquier camino espiritual, las encontramos por ejemplo en los Yamas, el primer nivel del yoga descrito en los Yogasutras de Patanjali, el gran maestro del Raja Yoga, así como los primeros pasos del Noble Óctuple Camino de los Budistas, los 10 Mandamientos, diversas enseñanzas básicas del Cristianismo y en general,en distintas tradiciones religiosas.
Enseñanzas en las que un comportamiento mínimo deseable implica:
No hacer daño en palabras, obras u omisiones. No robar, no engañar, no mentir, no atesorar. No hacer a otro lo que no te gustaría que te hicieran a ti.
Suponen reprimir aquellos impulsos primarios, que nos empujan a obrar de manera egoísta, impulsiva y básica, sin tener en cuenta a los otros, ni medir las implicaciones de nuestros actos.
Lo más elevado de este primer nivel nos la describen, por ejemplo, la Ética de la Grecia Clásica y los Estoicos, en cuyos valores del Coraje, la Templanza, la Valentía, la Prudencia, encontramos expresiones de autodominio de nuestros impulsos primarios y de conquista de nosotros mismos.
Por el contrario, aquellos comportamientos que no alcanzan a cumplir con estos principios mínimos, suponen graves infracciones a la Ley del Dharma o la ley moral, y producen sufrimiento, ya sea en nosotros mismos, en otros, o en la sociedad en general. A esta falta la llamamos “pecado” en la tradición cristiana, o decimos sobre ella que produce “karma”, según las tradiciones dhármicas.
Ahora bien, aunque el comportamiento ético es fundamental en nuestro camino espiritual, NO es suficiente.
Para que el camino del Dharma nos conduzca a la expresión más elevada de lo que podemos alcanzar como Seres Humanos, hemos de continuar escalando la montaña de la perfección.
Y es cuando hablamos de otro aspecto:
Dharma como Virtud o Excelencia
A partir de aquí, empezamos a hablar de un nivel más elevado de Dharma, el del autoperfeccionamiento. Ya no obramos sólo de acuerdo con el Deber Moral, o con lo mínimo que se espera de nosotros, sino que nos esforzamos por ser más, por buscar la excelencia. Dharma toma entonces aquí otra connotación.
Es aquello que nos lleva a manifestar lo mejor de nosotros mismos en nuestra vida y en cada circunstancia en particular, en términos contemporáneos, “a manifestar nuestra mejor versión”, la más elevada expresión posible de nuestro Ser.
Este nivel de búsqueda de la virtud, de la excelencia y el perfeccionamiento humano, responde ya no a las prohibiciones, de las que hablábamos en un primer nivel, sino a ciertas recomendaciones para ser aún mejores, que encontramos por ejemplo en los Niyamas, las segundas enseñanzas del Raja Yoga de Patanjali y que nos hablan de:
El cultivo de una vida espiritual consciente,
La purificación constante de nuestro cuerpo, emociones, pensamientos,
El esforzarnos para ser mejores cada día,
y El cultivo de la alegría o de una actitud amable ante la vida, independientemente de las circunstancias.
Como vemos, en este nivel de obrar ya no nos limitamos a unos mínimos necesarios, sino que aspiramos a máximos ilimitados.
Como la auto-superación.
La aspiración platónica hacia la más bella, buena y verdadera manifestación de nuestro Ser.
El Cuarto Acuerdo de los Toltecas que nos dice, “Haz lo mejor que puedas siempre”
La Ley de la Gracia y el Amor que trasciende al Karma y el pecado.
El nivel en el que ya no obramos por un deber, sino simplemente por amor, por el Bien en sí mismo.
Y es en este nivel en el que el amor incondicional nos da la fuerza interna suficiente para superarnos cada día
Es el nivel del Karma Yoga, de la acción desinteresada, que podríamos conectar con lo que nos decía San Agustín, “Ama y haz lo que quieras”.
Toda acción que hacemos por amor y con amor.
Es el nivel del Bakti Yoga, el camino de la devoción, la devoción por el otro que nos enseñó Jesús. La espiritualidad centrada en el prójimo, en el servicio.
Es el nivel en el que los budistas nos hablan de las cuatro moradas divinas, Brahmaviharias, aquellas que alcanzamos cuando nos elevamos, cuando obramos con benevolencia, compasión, alegría empática y ecuanimidad.
Es el nivel del corazón que ha sido plenamente purificado y está libre para dar todo de sí, desde la mirada mística de un sufi.
Cuando obramos así, cada vez mas y en la mayor parte de nuestra vida y acciones cotidianas, nos encontramos en niveles de excelencia del Dharma, y nos acercamos a aquello que en el Hinduismo se llama Moksa, la liberación del sufrimiento, el fin del sinsentido de la vida y accedemos entonces a nuestra realización absoluta, a una vida plena, independientemente de las dificultades que encontremos en ella.
Dharma como Dar
Sin duda, una de las claves inequívocas del camino del Dharma, es El Dar.
Una vida en la que contribuimos a la armonía, el bienestar, la felicidad de otros, en lo pequeño o en lo grande, en nuestra familia con nuestros deberes domésticos, y en la sociedad, ofreciendo nuestro servicio, conocimientos y dones,
y en general,
cualquier intención, actitud y actuar para hacer mejor la vida de otros, en lo grande y en lo pequeño.,
es una Vida en Dharma
Del mismo modo, una sociedad en Dharma es aquella en la que todos tenemos algo que ofrecer para el bien de otros y del mundo, algo en lo que nos ocupamos buscando la excelencia y obrando con amor, tanto en la labor más humilde como en la más sofisticada.
Si privamos a alguien de la posibilidad de dar aquello que puede ofrecer al mundo desde su condición y dones particulares, le alejaremos de su Dharma, y por ende, del Propósito de su Vida.
Dharma como “Naturaleza Interior”
Y así, el dharma tiene que ver también con aquello que nos es propio, que corresponde a lo que somos, a la expresión auténtica y única de nuestra propia naturaleza.
Al florecer según nuestra esencia, o germinar según la semilla que traemos sembrada en nuestro corazón.
Y está relacionado con uno de los más hermosos misterios del Universo:
Que si bien somos uno, esta unidad la conformamos todos en una infinita diversidad.
Somos un “Universo”, literalmente hablando.
Y en esta obra de infinita creatividad, no hay dos seres que seamos idénticos. Los copitos de nieve, las rayas de las cebras o de los tigres, nuestro tono de voz y huella dactilar, a nivel físico, y en un nivel superior, la expresión única y maravillosa de nuestro Ser Espiritual, de nuestra alma, con su única huella sutil, su energía única, expresiones únicas e irrepetibles de un Universo diverso, de una maravillosa sinfonia cósmica.
Vinimos al mundo a cantar nuestra canción, la más bella y con la mas bella voz con la que la podamos interpretarla
Y si vivimos en conexión con nuestra verdadera naturaleza y con el Plan de nuestra Alma para la contribución del gran Plan Universal, seremos auténticos, fluiremos, buscando dar lo mejor de nosotros mismos en cada circunstancia y viviendo la vida que nos corresponde,
Como dice Buda, si estamos en el camino correcto, no importa si tropezamos con alguna piedra. Continuaremos nuestro camino. Confiaremos en la guía de nuestro corazón.
Para saber si estamos viviendo la vida que nos corresponde y manifestando aquello que vinimos a manifestar,
el alma nos indicará, resonando en nuestro corazón, si estamos o no en el camino correcto
expresándose en las sincronicidades, en los anhelos de vivir determinadas experiencias,
conocer determinados lugares, conectarnos con determinadas personas.
En aquello que nos fluye sin resistencia interna, que nos permite Ser con naturalidad y excelencia.
Y esto nos lleva a la idea de
Dharma como Camino, Intención y Propósito de Vida,
Tu Propósito de Vida implica seguir el camino más acorde y armónico con tu alma, con las experiencias que le permitirán a ella florecer mejor. Implica interpretar tu canción con tu propia voz, no queriendo imitar la de otro.
“Conócete a ti mismo/a ", decía aquella frase mágica a la entrada del templo de Delfos.
Escucha tu propio Ser, y avanza en tu camino hacia la perfección que desde tu esencia viniste a alcanzar, con ética, con autenticidad, con búsqueda de la excelencia, y profundo compromiso de servir a otros, y dar al Universo lo último, quisiera cerrar estas ideas,
compartiéndote la siguiente metáfora, para quizás poderte dibujar en ella, algunas ideas claves del Dharma.
"La Metáfora del Camino"
Todos los seres de la creación en conjunto vinimos a esta experiencia de vida a manifestar lo más hermoso y elevado, la mejor expresión posible de nuestro ser particular, para que con ello, hagamos un Universo cada vez más hermoso y perfecto.
Imagina que estamos subiendo una gran montaña, cuya cima debemos todos alcanzar.
Algunos de nosotros se encontrarán cerca a la cima, mientras que otros, a lo lejos, a penas la pueden divisar.
Algunas veces recorreremos nuestro camino en días soleados, con suave brisa y hermosos paisajes, y nos resultará fácil en ellos avanzar...
Y descansaremos tranquilos bajo el abrigo de noches estrelladas, en las que dormiremos confiados en que la mañana siguiente todo será igual.
Sin embargo, en algunas otras ocasiones, aparecerán ante nuestros ojos, oscuros nubarrones que nos opacarán la vista que tanto solíamos disfrutar, y nos sorprenderán fuertes vientos y tormentas, que nos obligarán a detener nuestro camino y a buscar refugios, mientras las condiciones mejoran para continuar.
Todos tendremos la libertad para seguir el camino que más deseemos, crear pequeños senderos alternativos, aventurarnos en atajos, disfrutar el entorno y buscar refugio para protegernos o descansar. Pero hemos de continuar nuestro camino y avanzar... No importa cuánto tardemos, simplemente hemos algún día de llegar. Y nadie podrá caminar por nosotros. Podremos darnos la mano, guiarnos en trayectos difíciles, ofrecernos luz en la oscuridad... Compartirnos pistas sobre senderos que nos acercan más y ofrecernos señales de precaución ante atajos peligrosos. Pero no podemos renunciar a caminar y avanzar.
E incluso, si retrocedemos, si caemos en barrancos que nos hacen volver a comenzar, podremos retomar nuestro camino, pues el amor infinito con su infinita paciencia, nos esperará siempre en la cima, cuando podamos lograrla alcanzar.
Y a lo largo del recorrido, atesoraremos aprendizajes y experiencias, de tal manera, que, al llegar, lo haremos con grandes tesoros para aportar
Tesoros livianos que no nos pesarán en el recorrido; que alcanzaremos con cada intención pura y obra desinteresada al DAR.
Tesoros que lograremos con cada pequeño acto de amor genuino...
Iremos descubriendo, también..
que algunos senderos nos llevarán más directamente a la cima, aunque nos resulten empinados y difíciles de transitar.
Y que otros, sin embargo, se convertirán, en intrincados laberintos que nos llevarán una u otra vez al mismo lugar...
Nos distraerán,
o incluso, nos alejarán,
Y nos harán caer...Olvidar lo avanzado, y el para qué estábamos allí:
Descubrir el valor de los tesoros de la vida,
el valor del verdadero amor, el significado profundo de las pequeñas experiencias cotidianas…
El propósito que nos habíamos planteado como almas, al emprender este viaje de perfección.
Dharma es el camino que hemos de transitar para alcanzar el florecimiento de nuestras vidas y la perfección de nuestro Ser,
...como seres humanos y como seres únicos que somos ...
Disfruta tu camino, embellécelo, busca que te conduzca a la más elevada manifestación de tí
y cuida que las huellas que dejas en él, ayuden genuinamente a quienes vienen un poco detrás de tí.
Paulina Heyck
Referencias:
De manera especial deseo honrar la memoria de Anne Besant, Joy Mills y Radha Burnier, grandes maestras espirituales que dejaron ya este mundo y cuyas enseñanzas, a través de diversos escritos y conferencias, llenaron mi corazón de inspiración por la idea del Dharma.
Del mismo modo, a Viktor Frankl, con su maravillos legado y testimonio personal sobre el Sentido de la Vida
Y a Adela Cortina, a quien también nombré de manera especial, por una de sus brillantes contribuciones a la filosofía de la Ética, la Ética de los Mínimos"

Vivir en Dharma
Claves para Reconocer el Propósito de tu Vida.